FIRENZE
DE RE AEDIFICATORIA
La reciente crítica histórica ha considerado al movimiento
cultural conocido con el nombre de Renacimiento como una derivación lógica de
las ideas y modo de ser del hombre y de la sociedad medievales. Estudios
actuales han demostrados que la trayectoria cultural del mundo europeo, cuya
evolución conduce al esplendor artístico y literario del s. XVI, tiene sus
puntos de partida en el cambio espiritual que experimenta Europa en el s. XII.
Sin embargo, a los contemporáneos no les parecía lo mismo,
ya que tenían conciencia de haber creado algo nuevo, directamente inspirado en
el mundo greco-romano, considerando lo anterior como incultura y barbarie, algo
como un intermedio (de ahí el nombre de Edad Media) que ahora empezaba a
superarse.
En sus primeras fases, la cultura renacentista es un
producto compartido por el occidente europeo sin distinción de países, pero
luego se vincula estrechamente al espíritu italiano, que lo define en la
primera generación del Quatrocento y lo desarrolla hasta formar lo que podría
denominarse “forma clásica del Renacimiento”.
Ya a mediados del s. XVI, Giorgio Vasari, habla de
“renacimiento de las artes”, sin embargo la palabra “Renacimiento”, la
fija definitivamente el historiador Jacob Burckhardt en su obra “La Cultura del Renacimiento
en Italia”, publicada en 1860, con la que designó el conjunto de
manifestaciones culturales italianas en los siglos XV y XVI.
En el aspecto artístico, el Renacimiento supone la
sustitución del sistema formal gótico por otro distinto, apoyado en los modelos
de la Antigüedad
greco-romana, que comienza a estudiarse con criterio riguroso, buscando en
ellos unas definiciones “científicas”, o al menos matemáticas de la belleza y
la armonía. La belleza no va a ser ya el reflejo de la divinidad como en el
arte medieval, sino la expresión de un orden intelectual y profano que, en la
medida, el número y la proporción encuentra su lenguaje.
Es en Italia donde cristaliza antes esta nueva visión del
mundo y del arte. Avanzada económica y socialmente por su organización de
ciudades abiertas y enriquecida por el comercio europeo a lo largo de la Edad Media , en el s. XV
madura Italia sus formas en contacto analítico con los abundantes restos
del mundo romano presentes en el suelo, que la élite intelectual colecciona,
estudia y valora como índice de cultura.
Estrechamente relacionada con el Renacimiento, surgirá la
figura del mecenas. Se trató generalmente de personajes importantes
tanto política como socialmente, que movidos por intereses artísticos van a
promocionar y financiar las artes, con el fin de que la obra de arte se
convierta en un instrumento de propaganda, de prestigio social, ideológico
etc., así ejemplos de importantes mecenas podemos señalar a los Medici
en Florencia (Donatello, Miguel Ángel), los Sforza en Milán (Bramante,
Leonardo), los Este en Ferrara o los mismos Papas en Roma (sobre
todo Julio II).
Así pues:
-
Al objetivismo medieval se opone el subjetivismo renacentista.
- La personalidad y el genio
creador recibían culto en sí mismos. El artista se valoraba más que la obra.
- Al carácter anónimo medieval se
opone la paternidad artística de este período:el artista firma sus obras y frecuentemente
se autorretrata.
- La alta consideración de que es
objeto se refleja en la aparición de biografías (por ejemplo Vasari
(1511-1574) realizó una obra de recopilación de datos sobre la vida de
pintores, arquitectos y escultores de todo el Renacimiento).
Estudios
sobre iconología. Erwin Panofsky
El movimiento neoplatónico y
Miguel Ángel
Cuando Miguel Ángel habla del cuerpo humano como “carcer
terreno”, la “prisión terrestre del alma inmortal, plasmaba esa metáfora tópico
en actitudes torturadas de lucha o vencimiento. Sus figuras simbolizan la lucha
iniciada por el alma para escapar de la esclavitud de la materia.
En Leonardo, cuyo principio del sfumato reconcilia el
volumen plástico con el espacio, el alma no está cautiva del cuerpo, sino que
el cuerpo es cautivo del alma. Para Leonardo la muerte no significa la
liberación, la vuelta del alma a su mundo, pues según la creencia neoplatónica
puede retornar al lugar de donde vino cuando el cuerpo deje de aprisionarla;
significa, por lo contrario, la liberación de los elementos, que son puestos en
libertad cuando el alma ha dejado de mantenerlos unidos.
Tumba de Julio II
Según el primer proyecto (1505), la Tumba era un monumento exento
de grandes dimensiones con una cámara sepulcral oval en su interior. El primer
piso del exterior estaba adornado de una sucesión continua de nichos
conteniendo cada uno un grupo con la Victoria y flanqueado por dos cariátides a las
que estaban atados esclavos en actitudes diferentes. En las esquinas había
cuatro grandes estatuas: Moisés y, según Vasari, San Pablo, la
Vita Activa y la Vita Contemplativa. Una
pirámide escalonada ascendía a un segundo cuerpo que servía de base para dos
Ángeles que llevaban lo que se ha llamado un arca o bara y
posiblemente había una imagen sedente del Papa. Uno de los ángeles sonreía,
“como si estuviera contento de que el alma del Papa hubiera sido recibida entre
los justos”, el otro lloraba “como si estuviera dolido porque el mundo había
sido privado de un hombre semejante”. La tumba contaba además con cuarenta y
siete esculturas más.
En 1513, tras la muerte del Papa, se decidió transformar
el monumento en un mausoleo o tumba adosada al muro. El número de estatuas
sobre la plataforma fue aumentado a seis y colocadas en ángulo recto y no
diagonalmente.
En 1526 este proyecto intermedio se redujo a una tumba
mural y en 1536 Miguel Ángel sustituye la mayor parte de las estatuas por las
figuras de Raquel y Lea, personificando la vida contemplativa y la vida activa.
Decidió además desechar la arquitectura planteada en inicio y sustituirla por
cuatro esclavos considerablemente más grandes, que, en violencia de movimiento
y en potencia de masa (su profundidad es mayor que su ancho), no han sido nunca
igualados en ninguna otra escultura clásica o moderna. (Son los cuatro esclavos
incompletos, conservados en la
Academia de Florencia).
Según la doctrina de la Academia Florentina ,
la vita activa y la vita contemplativa son las dos vías hacia
Dios. Los neoplatónicos florentinos citaban constantemente a Moisés y a San
Pablo como los dos ejemplos que habían alcanzado la inmortalidad espiritual, a
través de una síntesis perfecta de acción y contemplación.
El Moisés de Miguel Ángel ve solamente lo que los
neoplatónicos llamaron el “esplendor de la luz divina”. Revela en su movimiento
repentinamente detenido, y en su expresión imponente, no la sorpresa irritada,
sino la ansiedad sobrenatural que, para citar a Ficino, “petrifica y casi
aniquila el cuerpo mientras arrebata el alma”.
El contenido de la Tumba de Julio II es un triunfo, no tanto en el
sentido político y militar como en un sentido espiritual.
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