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jueves, 29 de marzo de 2012

ROMA

LA EUROPA DEL BARROCO

En el siglo XVII, el poder político de los monarcas se fortaleció dando lugar a las monarquías absolutas. El absolutismo se generaliza en Europa durante los siglos XVII y XVIII  con la excepción de Inglaterra y Holanda, fortaleciéndose con el despotismo a comienzos del S. XVIII. Este poder absoluto tuvo su justificación teórica: los teólogos consideraron que el rey lo era "por la gracia de Dios" y los juristas amparándose en la tradición del derecho romano, consideran al rey la "Ley Viviente" y el señor de señores.  Bossuet será el principal defensor teórico del absolutismo. 

Las potencias hegemónicas de este periodo son Francia y Austria. La guerra de los 30 años (1618-1648), en la que se enfrentan los príncipes protestantes alemanes apoyados por Dinamarca, Suecia y Francia con los austríacos católicos apoyados por España finalizó con la Paz de Westfalia, que inicia la hegemonía francesa en Europa bajo los Borbones.

A nivel económico, la teoría imperante será el Mercantilismo, un auténtico “nacionalismo” económico que reforzaba el nacionalismo político hasta hacer posible a las propias monarquías absolutas. El siglo XVII es un siglo de estancamiento en la agricultura y la industria. En el S. XVIII el comercio colonial inglés, francés y holandés con América y Oriente, permite un respiro económico a estos estados.

Aunque las estimaciones calculan para Europa a finales del siglo XVI entre 70 y 80 millones de habitantes, en el XVII el crecimiento se estanca debido con fluctuaciones positivas o negativas según la frecuencia y gravedad de las crisis. El 80% vivían en el campo, de donde salieron emigrantes hacia las ciudades o territorios americanos.  La esperanza de vida era escasa. Las epidemias, las hambrunas, la deficiente alimentación tanto en calidad como en cantidad, la falta de higiene contribuyeron a ello.

La sociedad tiene una estructura estamental.  La nobleza, el clero y el estado llano tendrán unas funciones propias, un estatuto jurídico particular y en consecuencia una mentalidad determinada: nobleza y clero privilegiados con oficios reservados exenciones fiscales e instituciones que garantizan su influencia a través del poder territorial (mayorazgo); el tercer estado que incluye al resto de los súbditos coincide en su condición de excluidos de la participación política, su deplorable situación socioeconómica provocó levantamientos e insurrecciones en las crisis de subsistencias o por el aumento de las cargas fiscales.  No obstante, hubo cierta movilidad social al buscar los burgueses, que se enriquecen con sus negocios comerciales y financieros, ingresar en el estamento nobiliario mediante matrimonios favorables o compra de títulos.

En el ámbito científico y cultural es un periodo fructífero, Galileo funda la ciencia moderna, Newton trabaja en los ámbitos de las matemáticas, mecánica, astronomía y la óptica, Descartes, Spinoza y Leibniz desarrollaron el racionalismo. 

En Inglaterra destacan los empiristas como Bacon y Hume, mientras que en el terreno de la ciencia política Hobbes y Locke intentan formular teorías políticas que se fundamenten racionalmente en el concepto de naturaleza humana y mantienen que el Estado debe constituir un poder moderador que sirva para garantizar los derechos a la vida, la libertad y la propiedad.
El teatro cobró un nuevo impulso dirigiéndose a un público muy variado: minoritario en Inglaterra y popular en España.  Destacan Corneille, Racine, Moliere, Shakespeare, Lope de Vega y Calderón de la Barca. 

El barroco al servicio de la contrarreforma

La crisis religiosa del siglo XVI provocó una revisión de toda la herencia espiritual de la Edad Media.  La Reforma representa una ruptura con esa herencia y un retorno a las fuentes del Cristianismo.  A lo que se vuelve es a la Biblia y a la tradición de los doctores, a la fraternidad de los fieles y no a la jerarquía de la Iglesia.  La Contrarreforma renovó la vida cristiana y la espiritualidad como había intentado hacerlo la Reforma mediante una Iglesia romana depurada ligada a cuento auténtico y ortodoxo había contenido el pasado.  Por ello serán proclamados el culto de la Eucaristía, la intercesión de los santos y la obligación de venerar sus imágenes, ocupando un lugar excepcional la Virgen, lo cual va a preparar la afirmación de nuevos dogmas (Inmaculada Concepción y Asunción), la primacía de la cátedra de Pedro y la autoridad del Papa.

El Concilio de Trento (1645-1663) fue un concilio de italianos y españoles en el que se reanimó el arte religioso a base de mantener disponibles algunas lecciones formales del arte renacentista.  El concilio se refirió extensamente a lo que debía hacerse desaparecer de las Iglesias: imágenes lascivas, profanas o aquéllas que amenazaran descarriar los espíritus.  El Concilio preparó un carácter brillante al arte religioso, a la Iglesia le convenía afirmar las verdades dogmáticas del Concilio aunque fuera a base de grandiosas manifestaciones de culto público.  Este estilo litúrgico, de carácter jubiloso inclinaba a las almas a transmitir su alegría interior mediante cánticos y actitudes, pero no se trataba de un estilo inventado para impresionar las imaginaciones sino de un estilo triunfal que representaba una nueva forma de expresar la oración. La Compañía de Jesús se convertirá en la valedora intelectual de la Contrarreforma.

Buena parte de la sociedad europea del siglo XVII tenía sus estructuras mentales regidas por la religión. El trabajo, regulado por la luz del día y en el campo, por las estaciones, también lo es por las fases del año litúrgico.  La organización de la vida diaria gira en torno a la normativa religiosa además la debilidad de las técnicas deja a los hombres desguarnecidos ante calamidades naturales. Esta inseguridad general preparó a las almas para solicitar la intercesión de las fuerzas espirituales, la Contrarreforma, al multiplicar las imágenes pretendió orientar hacia la doctrina una inquietud que de otro modo habría derivado fácilmente hacia la magia.  Esta religión de las imágenes guardó especial conformidad con el gusto de España y los modelos españoles se difundieron por los países católicos.  La imagen debe enternecer o apaciguar, debe enseñar pero perturbando el corazón, y en ninguna parte perecen suficientes ni aptas para el fin buscando la mesura clásica o la armonía platónico.  El culto de los santos se encontró asociado con un clima de prodigio y de realismo que la libertad del Barroco debía evocar y satisfacer mejor.

El barroco al servicio del poder político

Entre los valores civiles que favorecieron la suntuosidad barroca, hay que considerar la institución monárquica y el lujo que los príncipes creían necesario para su prestigio.  La idea de rodear con boato la majestad real adquirió más consistencia a medida que se fueron formando grandes estados en Francia, Inglaterra y España, buscándose el ejemplo de las Cortes italianas que retenían a los artistas junto a sí.  Existió la convicción de que el poderío sólo es perfecto si se manifestaba ante los ojos de todos mediante el brillo del escenario en que se ejercía. Existe, por lo tanto, el propósito de deslumbrar, la voluntad de parecer fastuoso, por razones de conveniencia política.  Paralelamente al gran esfuerzo de los argumentos extraídos del derecho y de la historia, se desarrolla la resolución de conmover las sensibilidades mediante la grandeza del espectáculo real.

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