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jueves, 15 de marzo de 2012

SEVILLA

Al mismo tiempo que el historicismo obsesiona a los arquitectos tradicionales, se imponen nuevas necesidades constructivas. La población aumenta considerablemente y con ella aumentan también las vías férreas, los puentes colgantes, las estaciones, las fábricas, mercados etc. Para satisfacer todas las necesidades hay que construir mucho, muy deprisa y a precios moderados. Estos problemas exigen soluciones atrevidas que sólo pueden encontrarse utilizando los nuevos materiales y desprendiéndose de los viejos prejuicios formales heredados de la tradición académica. La arquitectura más interesante del siglo XIX, es, por eso, la que se vincula a la industria y al progreso técnico.

Ya en las últimas décadas del siglo XVIII surgen las primeras obras en hierro colado o fundido. Se trata de edificios utilitarios como el Puente de Coalbrokdale, el Puente de las Artes de París y el de Austerlitz. A medida que avanza el s.XIX los arcos van siendo cada vez más amplios y las formas más atrevidas; poco a poco los ingenieros abandonan los residuos “decorativos” que impedían el desarrollo de la nueva estética industrial. No obstante, se va generando una disociación entre el técnico y el artista que va a ser frecuente a partir de este momento, y estará determinada por un malentendido difícil de despejar. Los arquitectos se consideran a si mismos creadores de belleza y no se preocupan de conectarse con las realidades y las necesidades de su siglo; los ingenieros, por su parte, creen que su único cometido es solucionar problemas, ser “útiles”, sin preocuparse de que con sus soluciones crean espacios que pueden influir positiva o negativamente en la sensibilidad y en la felicidad de los hombres.
        
Pero los ejemplos mencionados no son sólo importantes porque en ellos se utiliza el hierro para solucionar problemas tradicionales; lo más trascendente es que, por primera vez en la historia de la arquitectura, tal material se utiliza en abundancia, dejándolo a la vista, manejándolo como un elemento expresivo que no es necesario (o no se quiere) enmascarar.
        
La nueva cultura arquitectónica del hierro cuenta con referentes teóricos en Francia: primero se crea el Cuerpo de Ingenieros del Estado y a partir de la segunda mitad del s. XVIII se crean las primeras escuelas especializadas: en 1750 la Escuela de Puentes y Alzados, en 1794 la Escuela Politécnica de París.
        
En 1795 se introduce el Sistema Métrico Decimal (con el que quedan abolidas las mediciones clásicas y antropomórficas, cambiando pues el sistema de proporciones) y la geometría descriptiva.
        
A pesar de todas estas cuestiones, el hierro no será, hasta finales del s. XIX, admitido como material de construcción en arquitectura.

Dentro de estos primeros teóricos podemos señalar:

-   J. R. Perronet (1708-1794). Formado inicialmente como arquitecto y luego como ingeniero civil, deduce que la anchura de los pilares podía ser solo 1/10 parte del tramo que tenían que soportar (con anterioridad a sus estudios se utilizaba 1/5 del tramo, por lo que las construcciones de puentes era más una cuestión de bóvedas que de materiales y de resistencias).

-   J. F. Blondel (1705-1784). Utiliza por primera vez el término punto de apoyo, aglutinando los términos columna, pilar o pilastra, abandonando radicalmente el canon y el orden clásico.

-  Duran (1760-1834). Arquitecto y profesor de la Escuela de Ingeniería, elimina definitivamente cualquier cualidad simbólica de la concepción arquitectónica, limitando la construcción a los MODULOS (módulo reticular) que permite ensamblar distintas tipologías. Ese módulo permite la estandarización de la arquitectura.


CARACTERÍSTICAS GENERALES:

-  Factores:
§  Ciencia: partiendo de los paradigmas de la mecánica de Newton (causa-efecto) como modelos de toda actividad científica y mecánica (“Cualquier proceso puede reducirse a la relación de sus elementos”)
§   Industria: economía, compatibilidad, estandarización...
§   Mercado: la producción debe salir al mercado y por tanto obtener mayores beneficios para la empresa
-   Funcionalidad: (hasta el s. XIX no podemos hablar de “tipologías” arquitectónicas, a excepción de Roma); ahora aparecen nuevas tipologías: mercados, grandes almacenes, estaciones...)
-   Racionalidad: la arquitectura del hierro presenta TODOS sus elementos constitutivos y la relación de esos elementos nos conforma el proceso
-   Sinceridad: en las formas y en los volúmenes
-   Prefabricación: favorece la uniformidad y la compatibilidad (piezas seriadas)
-   Ensamblaje
-   Estandarización
-   “Arquitectura” sobre catálogo
                  


        

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