SEVILLA
Al mismo tiempo que el historicismo obsesiona a los
arquitectos tradicionales, se imponen nuevas necesidades constructivas. La
población aumenta considerablemente y con ella aumentan también las vías
férreas, los puentes colgantes, las estaciones, las fábricas, mercados etc.
Para satisfacer todas las necesidades hay que construir mucho, muy deprisa y a
precios moderados. Estos problemas exigen soluciones atrevidas que sólo pueden
encontrarse utilizando los nuevos materiales y desprendiéndose de los viejos
prejuicios formales heredados de la tradición académica. La arquitectura más
interesante del siglo XIX, es, por eso, la que se vincula a la industria y al
progreso técnico.
Ya en las últimas décadas del siglo XVIII surgen las
primeras obras en hierro colado o fundido. Se trata de edificios utilitarios
como el Puente de Coalbrokdale, el Puente de las Artes de París y
el de Austerlitz. A medida que avanza el s.XIX los arcos van siendo cada
vez más amplios y las formas más atrevidas; poco a poco los ingenieros
abandonan los residuos “decorativos” que impedían el desarrollo de la nueva
estética industrial. No obstante, se va generando una disociación entre el
técnico y el artista que va a ser frecuente a partir de este momento, y estará
determinada por un malentendido difícil de despejar. Los arquitectos se
consideran a si mismos creadores de belleza y no se preocupan de conectarse con
las realidades y las necesidades de su siglo; los ingenieros, por su parte,
creen que su único cometido es solucionar problemas, ser “útiles”, sin
preocuparse de que con sus soluciones crean espacios que pueden influir
positiva o negativamente en la sensibilidad y en la felicidad de los hombres.
Pero los ejemplos mencionados no son sólo importantes porque en ellos
se utiliza el hierro para solucionar problemas tradicionales; lo más
trascendente es que, por primera vez en la historia de la arquitectura, tal
material se utiliza en abundancia, dejándolo a la vista, manejándolo como un
elemento expresivo que no es necesario (o no se quiere) enmascarar.
La nueva cultura arquitectónica del hierro cuenta con referentes
teóricos en Francia: primero se crea el Cuerpo de Ingenieros del Estado y a
partir de la segunda mitad del s. XVIII se crean las primeras escuelas
especializadas: en 1750 la Escuela de Puentes y Alzados, en 1794 la Escuela
Politécnica de París.
En 1795 se introduce el Sistema Métrico Decimal (con el que quedan
abolidas las mediciones clásicas y antropomórficas, cambiando pues el sistema
de proporciones) y la geometría descriptiva.
A pesar de todas estas cuestiones, el hierro no será, hasta finales
del s. XIX, admitido como material de construcción en arquitectura.
Dentro de estos primeros teóricos podemos señalar:
- J. R. Perronet (1708-1794). Formado inicialmente
como arquitecto y luego como ingeniero civil, deduce que la anchura de los
pilares podía ser solo 1/10 parte del tramo que tenían que soportar (con
anterioridad a sus estudios se utilizaba 1/5 del tramo, por lo que las
construcciones de puentes era más una cuestión de bóvedas que de materiales y
de resistencias).
- J. F. Blondel (1705-1784). Utiliza por primera
vez el término punto de apoyo, aglutinando los términos columna, pilar o
pilastra, abandonando radicalmente el canon y el orden clásico.
- Duran (1760-1834). Arquitecto y profesor de la Escuela de
Ingeniería, elimina definitivamente cualquier cualidad simbólica de la
concepción arquitectónica, limitando la construcción a los MODULOS (módulo
reticular) que permite ensamblar distintas tipologías. Ese módulo permite la
estandarización de la arquitectura.
CARACTERÍSTICAS GENERALES:
- Factores:
§ Ciencia: partiendo de los paradigmas de la mecánica de
Newton (causa-efecto) como modelos de toda actividad científica y mecánica
(“Cualquier proceso puede reducirse a la relación de sus elementos”)
§ Industria: economía, compatibilidad, estandarización...
§ Mercado: la producción debe salir al mercado y por tanto
obtener mayores beneficios para la empresa
- Funcionalidad: (hasta el s. XIX no podemos hablar de
“tipologías” arquitectónicas, a excepción de Roma); ahora aparecen nuevas
tipologías: mercados, grandes almacenes, estaciones...)
- Racionalidad: la arquitectura del hierro presenta TODOS
sus elementos constitutivos y la relación de esos elementos nos conforma el
proceso
- Sinceridad: en las formas y en los volúmenes
- Prefabricación: favorece la uniformidad y la
compatibilidad (piezas seriadas)
- Ensamblaje
- Estandarización
- “Arquitectura” sobre catálogo
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